Larry Page y Sergey
Brin, sus fundadores, abogan por simplificar la legislación para cumplir su
sueño futurista
Los robots acabarán con el trabajo de los
humanos. El viejo temor de los trabajadores a la revolución industrial vuelve.
En la conferencia de Google se dio un altercado sintomático, quizá,
premonitorio. Un joven salió de entre el público, en su mayoría programadores
que pagan 1.500 dólares por asistir, se acercó al escenario y comenzó a gritar:
“Trabajáis para robots que matan personas. Lo sabéis”. Al instante los miembros
del equipo de seguridad lo acompañaron a la salida. Estos neoluditas tenían
razón. Google quiere que los robots hagan el trabajo de los humanos. Solo que
Larry Page, cofundador, lo ve de manera diferente. En su mundo ideal los robots
tendrán un papel relevante a la hora de eliminar gran parte de las tareas
mecánicas. Esta medida tendría, entre otras consecuencias, un mayor desempleo,
reconoce, pero también un aumento del trabajo cualificado y la productividad.
“A mucha gente le encanta lo que hace, pero
también les gustaría tener más tiempo para estar con su familia o explorar sus
intereses. Tenemos que encontrar un solución equilibrada y coordinada para
reducir la semana laboral”, propuso durante una charla informal con Vinod
Khosla. Cada vez es más extraño que los creadores del buscador aparezcan en
público, menos aún juntos. Pero Khosla, su mentor, considerado uno de los
padres de Silicon Valley fue también de los primeros inversores del buscador,
cuando solo era una oficina con dos chavales de doctorado de Stanford.
Entonces, ¿qué tipo de trabajo pueden hacer
los robots por los que apuesta Google? De momento, nada que ver con las
habilidades de sus ingenieros. La compra de Boston Dynamics y Schaft les pone
un paso por delante en programación de objetos mecánicos, pero no van más allá
de transportar objetos de un lado a otro, subir escaleras, abrir puertas o
rastrear zonas tomando imágenes. Todavía muy lejos de los que se usan en Japón
para hacer compañía a personas mayores o que suplan a recepcionistas en las
empresas. Ese será el siguiente paso, cuando se cumpla el vaticinio de Sergei
Brin, el otro 50% de la empresa: "Algún día haremos máquinas que puedan
razonar, hacer las cosas mejor que los humanos”. Este es el motivo de la
adquisición de DeepMind, una empresa de inteligencia artificial. Los resultados
se verán cuando sean capaces de fundir la robótica con esta forma de
programación predictiva. Y sí, es posible que entonces los motivos para el
pánico laboral sean reales.
No solo imaginan un mundo de trabajadores a
con jornada parcial, sino también sin coches. El transporte por carretera es
una de las obsesiones de Google. Comenzó con Google Maps, se acentuó con la
compra de Waze, una aplicación dedicada a monitorizar en tiempo real cualquier
incidente en las carreteras. Y lo promueve de manera externa con una inyección
de 250 millones de dólares en Uber. La apuesta de Brin consiste en que no sea necesario
tener uno propio, casi un insulto en Estados Unidos, donde es parte de su
cultura.
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